Aquí se reúnen los enamorados cada 14 de febrero, sellando su unión en la Basílica de San Valentín, que fue el primer obispo de Terni y es ahora su santo patrón. Tal vez sea también por esta dulzura por lo que la ciudad presume de un alto nivel de arte pastelero, con talleres repartidos por las calles del centro y la histórica pastelería "Pazzaglia", que en antaño fue la proveedora exclusiva de la Casa de Saboya. Romanticismo y concreción: esta es la combinación que mejor define a la capital de la provincia del sur de Umbría. De hecho, Terni es una parada ineludible para los interesados en la historia reciente de Italia y su desarrollo industrial. A finales del siglo XIX se sentaron aquí las bases de la futura configuración de la ciudad: en las afueras del centro se fundó una acería, la primera gran industria siderúrgica de Italia.
La industrialización masiva llevó a los administradores de la época a replantear radicalmente el aspecto de esta pequeña ciudad de calles estrechas, convirtiéndola en una gran ciudad elegante y moderna con avenidas anchas y rectas. A esa época se remonta la apertura de Corso Tacito, que sigue siendo la calle principal para pasear y comprar. La importancia de la industria de Terni para la economía de todo el país durante la Segunda Guerra Mundial condicionó el destino de la ciudad, cuando sufrió intensos bomardeos aunque la ciudad supo resurgir de sus propias cenizas. Aunque el aspecto de la ciudad es principalmente del siglo XX, sus antiguos orígenes se revelarán fácilmente al turista más atento, ofreciendo más de una sorpresa: hermosas iglesias antiguas, majestuosos edificios, restos romanos y ricos museos.